Por Gonzalo Di Gregorio
Ninguno fue noticia por las consecuencias físicas, y sólo el que le propinó el noruego Andreas Bakkerud a Timmy Hansen fue verdaderamente fuerte. No obstante, los tres imponentes golpes que formaron parte del inicio del Mundial de Rallycross en Abu Dhabi expusieron algunas falencias en el diseño de la pista y dejaron a varios con la boca abierta.
Vayamos en orden de gravedad creciente.
El primero fue el más casual e implicó que el MINI de Oliver Bennett diera un (suave) tumbo completo, catapultado por una de los polémicas demarcaciones que la organización colocó para evitar que los pilotos corten curvas. Las mismas, pintadas de naranja y dispuestas por detrás de los pianitos tradicionales que emplea la F1, presentaban una insólita forma de rampa que prueba que la FIA todavía no encuentra una manera efectiva y segura de terminar con los recortes por las vías de escape asfaltadas, un problema que aqueja a casi todas las categorías.
Tras el vuelco de Bennett ocurrido en las rondas preliminares, los «pianos trampolín» (como los definió irónicamente Anton Marklund) volvieron a estar en el centro de la escena. Ya en la semifinal 1, el mismo reductor dio origen a una imagen por demás curiosa, ya que el Hyundai i20 del experimentado Reinis Nitiss tomó vuelo tras pisarlo e impactó sobre el techo del Renault Mégane de Marklund, que a diferencia del letón pudo completar la carrera. El resultado, sin embargo, fue el mismo para ambos: ninguno logró avanzar a la final.
Otro punto cuestionado de la pista fue el ingreso a la vuelta joker, que prácticamente implicaba esquivar una pared colocada para contener la zona de tierra, como bien marcaron los responsables de la transmisión por TV. Sin embargo, fue la salida de este sector diferencial la que provocó la piña más fuerte, que tuvo como protagonistas a Bakkerud (Audi) y Hansen (Peugeot) y ocasionó la rotura del conjunto chasis-jaula del sueco. Dicha variante ya había generado toques y roces por su trazada, aunque por la dimensión del mayor encontronazo se presupone que Bakkerud no dobló por creer que aquella era la última vuelta (esto lo habilitaba a seguir derecho tras la línea de meta). Su confusión, sin embargo, no fue la única del fin de semana.
Parece que, al menos en esta oportunidad, el RX repitió la fórmula del automovilismo argentino, que combina durante muchos fines de semana autos seguros con circuitos no tanto.