Con un restyling desconocido en nuestro país, el hatchback de Fiat volvió tras casi dos años de ausencia. Se comercializa únicamente en su versión Way, que ofrece un gran equipamiento de seguridad que lo destaca entre los coches más accesibles.
Nos lleva un tiempo encontrar casos similares al del Uno, que a fines del año pasado retornó para terminar con una ausencia iniciada en 2016. Por aquel tiempo, Fiat, que además había lanzado al Mobi (segmento A), poseía una extensísima oferta en el segmento B (chico) que era conveniente ordenar para evitar la canibalización de versiones. Resultado: el modelo fue discontinuado.
Tiempo después, no obstante, con dicha gama actualizada, recortada y ordenada, la terminal detectó que había quedado una brecha entre el pequeño Mobi y los novedosos Argo-Cronos. Así, la comercialización de algunas variantes del Uno volvía a tener sentido.
Diseño
El impasse en las ventas nunca se dio en Brasil, donde recibió su actual restyling en 2016. Sus líneas ya no poseen la frescura de hace ocho años, cuando sorprendió al mercado con una silueta -muy atractiva- que se asemejaba al Panda europeo. Especialmente en esta versión Way (que agrega molduras plásticas y eleva su despeje), ahora luce más robusto y agresivo con un voluminoso paragolpes delantero (en color carrocería) y una parrilla más tradicional.
Sus característicos orificios frontales quedaron en el camino, aunque es posible encontrar reminiscencias de aquellos en el formidable diseño interno de las ópticas delanteras y traseras, que resaltan su figura de buena forma.
Interior y equipamiento
La plancha fue víctima de una profunda cirugía en su parte superior. Como es esperable en un vehículo de esta categoría, todos sus plásticos son duros, aunque se encuentran perfectamente encastrados y no generan ruidos durante la conducción. En su centro, y rodeada por un aplique “piano black”, se aloja una pantalla táctil de 6,2” con GPS y DVD que resulta completa y simple de operar, aunque su definición es mejorable.
Un detalle de distinción, en cambio, lo constituye el instrumental. Este se encuentra protagonizado por una excelente computadora de a bordo –digna de un segmento superior- que en su display de 3,5” brinda gran cantidad de información, entre la que sobresale la temperatura del agua y la presión de los neumáticos. La misma se encuentra flanqueada por el velocímetro y dos pequeños relojes (tacómetro & nivel de combustible).
El espacio, por otro lado, es justo. La postura ideal de manejo se encuentra con facilidad gracias a una butaca que regula en altura y suma confort, pero en las plazas traseras no sobra espacio. Los adultos no encontrarán allí demasiado hueco para relajar las piernas, como ocurre en varios de sus rivales, pero el alto techo brinda buena distancia para la cabeza.
El listado de confort, obviamente, no es muy extenso: aire, dirección, cierre centralizado en rodaje, espejos eléctricos, levantacristales x4, volante regulable verticalmente y Follow me home. El Uno, en cambio, se hace fuerte mediante una gran relación precio-dispositivos de seguridad (¡bien ahí, Fiat!). Incluye, de serie, doble airbag frontal, frenos ABS con EBD, controles de estabilidad y tracción, asistencia de arranque en pendiente, anclajes ISOFIX, sensores traseros, tres apoyacabezas traseros, alarma, inmovilizador de motor y el citado sistema de monitoreo de presión. Aplausos.
El túnel superior incluye un segundo retrovisor móvil, para vigilar las plazas traseras.
Continúa el lunes en la Parte 2, con las impresiones de manejo, la ficha técnica y la galería completa.
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