El país asiático mantiene una deuda de 300 millones de euros hasta el día de hoy con el territorio sueco, del cual es originaria la automotriz de la discordia.
Por el año 1974 en una economía bastante holgada para los coreanos, encargaron 1000 unidades de en aquel entonces modelo de Volvo, el 144. Al año de entregar los coches la marca sueca comenzó a aceptar que Corea del Norte no tenía intención alguna de pagar los 1.000 vehículos que les habían enviado.
Corea del Norte había fundido sus fondos en proyectos megalómanos de nula rentabilidad, y no tenía dinero para pagar a los inocentes suecos. Esa es la versión sencilla, la versión más compleja y realista es que Corea del Norte esperaba pagar en cobre y zinc sus importaciones, en las que se incluía el equipamiento minero para extraerlas de la tierra.
En cualquier caso, el resultado es que Volvo nunca vio el dinero, pero acabó recuperando el valor de los coches gracias al seguro a la exportación que habían firmado con el estado. la automotriz se olvidó del tema, pero Suecia jamás lo ha dejado pasar. Más de cuarenta años después la deuda continúa.
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