Por Gonzalo Di Gregorio
Fotos: Omar Rojas
Un Audi para los sub-30. Aquello que con algunas generaciones de la firma alemana parecía ser imposible de gestar, se concretó en el Q2: un SUV chico que se transformó en un suceso internacional. Aquí se vende desde el 2017 y en el último trimestre del pasado año incorporó una versión Quattro, que renovó su oferta y nos sirvió de excusa para evaluar su opción inicial: Sport 1.4 TFSI S-tronic.
Diseño
Como los modelos más modernos, el Q2 se aleja audaz y oportunamente de la tradicional sobriedad de los cuatro anillos, algo completamente necesario para posicionar a este utilitario deportivo como un aspiracional millennial. Sus formas están regidas por trazos puntiagudos, las redondeces casi no tienen presencia y sus paneles (especialmente el portón) exhiben orgullosos su gran musculatura, como si estuvieran en la playa después de doce meses a puro gym.
A nuestro juicio, la mejor solución se aprecia lateralmente y se encuentra en la esculpida franja que rebana las puertas, aunque el voluminoso pilar C decorado en gris también tiene lo suyo. Rupturismo puro, pero finamente calculado para no excederse de los límites que impone el manual germánico.
Claro está: tonos más discretos edulcorarán la impresión que causa este Q2. Es que siempre existe un color que “matchea” idealmente con la personalidad de un auto, y este amarillo -que hemos denominado como “acá estoy” o “mirame”– es el que mejor resalta el trabajo de Marc Lichte, Head of Design de Audi.
Si tuviéramos que comprarlo, sin dudas lo pediríamos en este tono, que roba miradas y voltea cabezas a más de un kilómetro a la redonda. Lleva un tiempo acostumbrarse, pero luego comienza el placer de manejar un auto distinto en el grisáceo tránsito y hasta de despertar aplausos, como el que nos entregó un motero durante varias cuadras, mientras miraba para atrás sin importarle su destino.
Interior y equipamiento
La plancha de instrumentos también tiene onda, la cual se aprecia sobre todo en las toberas de herencia aeronáutica y sus elementos flotantes (pantalla & consola), que otorgan el toque justo de diseño a un interior que está lejos de ser estridente.
Las butacas con planteo deportivo garantizan siempre un amoroso abrazo lateral, mientras que el volante opcional con base plana (todo un placer al girarlo por más de 90º) aporta un tinte atlético que acompaña correctamente. Por encima de éste se encontraba, en nuestra unidad, el avasallante instrumental Audi Virtual Cockpit y el Head up display (agregados a pedido, como el techo eléctrico, el GPS, la cámara trasera, las llantas de 18” y el asistente de estacionamiento).
Como no podía ser otra manera, los graves de sus seis parlantes enamorarán los oídos de cualquier veinteañero y lo invitarán a pensar, inevitablemente, en una de esas polémicas salidas de vidrios bajos y volumen a tope. Asimismo, el escaso espacio de las plazas traseras le quitarán -todavía más- las ganas de formar una familia.
Su listado de seguridad, por último, abarca seis airbags, frenos de cuatro discos con ABS y EBD, anclajes Isofix, luces diurnas, Hill holder y controles de estabilidad y tracción. No está mal, pero resulta escueto en función de sus precios y posicionamiento.
Continúa desde el lunes en la Parte 2
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